Lo llaman la “crisis del cuarto de siglo” cuando en realidad no es más que una de esas excusas que como seres humanos nos empeñamos en buscar para darle explicación a lo que no la tiene; o peor aún, como justificación de lo que hacemos.
No sabría bien por dónde empezar a contar qué hacía y ya no hago, o lo que hago y no debería. O cuánto se me ha ido a mí de las manos lo del cuarto de siglo. Qué típico y qué pobre y qué clásico decir que uno no saber por dónde empezar después de tanto tiempo. Y qué común, también, lo de suponer que siempre hay que empezar por el principio, cuando el principio bien podría ser un día, no concreto, en que sin saber a santo de qué, me fui dejando.
Sí que sé a ciencia cierta que ni estoy en mi mejor momento, ni lo vengo estando desde hace mucho tiempo. Yo este año pensé que los treinta vendrían a cambiarme la vida, cuando en realidad lo que venían a enseñarme es que debía cambiar de vida. Vengo ofreciendo la peor versión de mi mismo desde hace mucho tiempo, hasta el hartazgo, y ya va siendo hora de volver a lo de antes. A viejas costumbres, hábitos sanos, a cuando les hacía saber de mi aunque a la mayor parte de ustedes les importe un pimiento; porque al que más bien le hace, es probablemente a mí.
Creo que para ser sensatos, para no quemarnos ni ustedes ni yo, lo más razonable es que nos marquemos pequeñas metas y veamos qué tal nos va. Yo me comprometo a hacerles saber de mi el quince de cada mes. Y si hay un mes en que un servidor no es capaz de esperar hasta el quince, pues eso que nos encontramos.
Así mismo, en cuanto a proyectos literarios nos concierne, les hago saber que ando editando una página en Patreon y que debería estar lista en breve. Por norma general, por aquí publico o publicaba relatos cortos y demás desvaríos, pero desde hace un tiempo creo que no tiene sentido alguno guardar en cajones y armarios el resto de cosas más serias que redacto. Cosas a las que les he dedicado mucho tiempo o a las que se lo dediqué en su día y que no hacen más que aguardar pacientes el momento de ser leídas. Así como tantas otras que en mi humilde opinión bien merecen la pena, pero que llevo a medias por falta de motivación. Y al igual que en el caso anterior, para no convertir la rutina o costumbre en una obligación y darles la atención que merecen, creo que para empezar estaría bien actualizar dos veces al mes, a saber: una entre el 7 y el 15 y otra entre el 22 y el 30.
Aquí me tienen una vez más, a sus pies. Porque si hay algo que nunca ha cambiado, es esa idea utópica de vivir de escribir, por y para.